Santiago
1:13-17 (RVA)
(13) Nadie diga cuando sea tentado: “Soy tentado por Dios”; porque Dios
no es tentado por el mal, y él no tienta a nadie.
(14) Pero cada uno es tentado cuando es arrastrado y seducido por su
propia pasión.
(15) Luego la baja pasión, después de haber concebido, da a luz el
pecado; y el pecado, una vez llevado a cabo, engendra la muerte.
(16) Mis amados hermanos, no os engañéis:
(17) Toda buena dádiva y todo don perfecto proviene de lo alto y
desciende del Padre de las luces, en quien no hay cambio ni sombra de
variación.
Dios NO TIENTA a las personas
enviándole cosas malas. Las dificultades en nuestras vidas se deben básicamente
a dos cosas: 1) el mundo está corrompido y hay una guerra espiritual entre Dios
y el Diablo que afecta a las personas; 2) las decisiones erróneas que tomamos.
En primer lugar, la Biblia nos
enseña que el Diablo es el “dios” de esta era (2 Co. 4:4) y él está en batalla
contra Dios. Él es causante de todo el mal en el mundo, directa o indirectamente.
En segundo lugar, hay que comprender
que el Diablo puede accionar en la Tierra a través de las decisiones
pecaminosas (contrarias a la voluntad de Dios) que toman las personas. Por un
lado hay personas que viven alejadas de Dios y sus decisiones suelen afectar no
sólo a ellas mismas, sino a su entorno (como, por ejemplo, la fábrica que echa
residuos tóxicos a un río del cual luego bebe una comunidad y se enferma). Por
otro lado, nuestras propias decisiones egoístas y alejadas de la voluntad de Dios
nos acarrean consecuencias negativas.
Dios jamás da cosas malas a nadie,
Él es un Dios de amor y sólo sabe dar cosas buenas, de Él procede “toda buena
dádiva y todo don perfecto”. Lo que sucede es que Dios, en Su justicia, limita Su propia acción a nuestras decisiones y
acciones.
Yo creo que existen al menos cuatro
cosas fundamentales que activan el poder de Dios en nuestras vidas:
•
LA ORACIÓN: la oración es la comunicación con
nuestro Padre, es nuestra manera de buscar la comunión con Él. Nadie desarrolla
una relación íntima con otra persona si no se comunica con frecuencia con esa
otra persona. Del mismo modo, para desarrollar una relación íntima con Dios
debemos invertir tiempo en la oración, la oración no debe ser un pedido de
auxilio de último momento, sino una diaria conversación con nuestro Padre
celestial, contándole deseos, anhelos, angustias, dudas, pesares, alegrías,
cosas por las cuales estamos agradecidos, etc.
•
EL CONOCIMIENTO del evangelio del
reino de Dios: Cuando
Jesús salía a predicar, él no predicaba sólo bonitas palabras de sabiduría
humana, él predicaba el “evangelio del reino de Dios”, que es la buena noticia
de salvación por medio del sacrificio de Cristo. El apóstol Pablo decía que en
el evangelio se revela la justicia de Dios por fe y para fe, (Romanos 1:17),
jamás podremos entender la justicia de Dios si no comprendemos el mensaje
central de las Escrituras, que el evangelio. El conocimiento se adquiere
primero buscándolo, valorándolo, orando, leyendo las Escrituras y aprendiendo
de otros creyentes maduros. El conocimiento requiere de la acción de Dios, pero
también de nuestro interés y esfuerzo (leer Proverbios 2).
•
LA FE: En Romanos 1:16 y 17 la Biblia nos
dice que el evangelio es poder de Dios para salvación de todo el que cree y que
el evangelio revela una justicia de Dios por fe y para fe. “FE” significa
actuar en base a una información recibida de parte de Dios, es tener una
convicción interna de que lo que dice Dios es verdad y luego actuar en base a
esa convicción. Dios ha establecido el modo de impartir Su justicia y sus
bendiciones a la fe (Gá. 3:5), por lo tanto, la fe es un elemento fundamental
en la relación con Dios. La fe no es un poder de la mente capaz de producir
resultados, no es sencillamente una “actitud positiva”, no consiste en negar la
realidad que nos rodea y decir que “todo está bien”, sencillamente es estar
convencidos de que Dios es bueno, que Él quiere lo mejor para nosotros (He.
11:6) y actuar conforme a Sus mandamientos. Fe y obediencia están muy
relacionados en la Biblia.
•
LA COMUNIÓN CON OTROS CRISTIANOS: al decir “comunión”, no me refiero
sólo a participar en una reunión de gente en una iglesia. La palabra “comunión”
en la Biblia significa “compartir íntimamente”, implica una coparticipación de
intereses entre personas. Dios ha hecho de los cristianos un Cuerpo en Cristo
(1 Co. 12:12-26). El propósito de hacer de nosotros un “Cuerpo” es para que seamos
interdependientes, es decir, todos dependemos de los otros miembros y
funcionamos mejor en unión a otros cristianos. Sucede que en muchas
congregaciones tenemos gran cantidad de personas pero poca comunión, hay
congregaciones de decenas, o incluso cientos
de personas en donde unas apenas conocen la vida del que tienen al lado,
esto no es el diseño de Dios. Dios quiere COMUNIÓN, lo cual implica conocernos
y preocuparnos unos por los otros, compartir cosas juntas, orar unos por los
otros. Hay veces donde una reunión de cinco o diez personas se vuelve mucho más
productiva que una gran congregación, porque hay más intimidad, comparten más
de sus vidas unos con otros. Los cristianos que están solos por lo general se
sienten mal, incompletos, desanimados, porque Dios nos hizo para estar en
unidad con otros, no nos creó para ser ermitaños, no nos hizo para que vivamos
como héroes solitarios, sino para que seamos una FAMILIA de fe.
Cuando faltan estas cosas en
nuestras vidas nos desequilibramos como creyentes. Muchas veces reclamamos a
Dios por nuestros problemas cuando nosotros mismos somos los responsables de
éstos a causa de nuestras inconductas. No todos los problemas en la vida vienen
por nuestros propios errores, pero sí gran parte, ya sea porque pecamos a
propósito o porque fallamos a causa de la ignorancia (sin saber que estamos
haciendo las cosas mal).
Efesios
3:14-21 (RVA)
(14) Por esta razón doblo mis rodillas ante el Padre,
(15) de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra,
(16) a fin de que, conforme a las riquezas de su gloria, os conceda ser
fortalecidos con poder por su Espíritu en el hombre interior;
(17) para que Cristo habite en vuestros corazones por medio de la fe;
de modo que, siendo arraigados y fundamentados en amor,
(18) seáis plenamente capaces de comprender, junto con todos los
santos, cuál es la anchura, la longitud, la altura y la profundidad,
(19) y de conocer el amor de Cristo que sobrepasa todo conocimiento;
para que así seáis llenos de toda la plenitud de Dios.
(20) Y a aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más
abundantemente de lo que pedimos o pensamos, según el poder que actúa en
nosotros,
(21) a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús, por todas las
generaciones de todas las edades, para siempre. Amén.
¿Te bendijo este estudio?
¡Compártelo en las redes sociales!
¡Compártelo en las redes sociales!
No hay comentarios. :
Publicar un comentario