FE “metonímica”

En Honor a Su verdad




2 Timoteo 4:7 – “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.”

E.W. Bullinger, en su “Diccionario de figuras de dicción usadas en la Biblia”, traducido al castellano por Francisco Lacueva, explica que la figura de dicción metonimia, consiste en el cambio de un nombre por otro con el que el primero guarda relación”. Esto significa que a una persona o cosa podemos llamarla con un nombre distinto para establecer alguna comparación o relación. Por ejemplo, a una persona que queremos podemos decirle “Sol”, o “Solcito”, para hacerle saber a la otra persona que es quien “ilumina” nuestra vida; también es común llamar a una persona que es hábil en cierta disciplina con el nombre de algún gran referente, así, a un buen cantante se le dice, a modo de elogio: “es un Pavarotti”. También está presenta la figura metonimia cuando hablamos de un cuadro y decimos “este es un Picasso”: no es que el cuadro sea Picasso o se llame Picasso, sino que damos a entender que fue pintado por Picasso. Todos estos son usos actuales de la figura metonimia. En el libro del doctor Bullinger podemos ver distintas clasificaciones de metonimia, según a qué tipo de palabra o inflexión afecta la figura, dando numerosos ejemplos de cada caso, aquí sólo examinaremos cómo esta figura cambia el sentido de la palabra fe.

Por medio de la figura metonimia, la palabra “fe” se usa para señalar aquello que es objeto de fe, o sea, para designar a aquella información sobre la que deberíamos desarrollar nuestra convicción en acción. Veremos algunos ejemplos del uso figurado de la palabra “fe”, de modo de poder comprender mejor algunos pasajes bíblicos.

Hechos 6:7
Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe.

Aquí claramente la palabra “fe” se refiere a la Palabra de Dios, el mensaje de Dios, que el mismo versículo nos dice que “crecía”. El uso de la figura enfatiza que su obediencia no era exterior, sino que estaba basada en una convicción interna, tenían “fe” en el mensaje de Dios.

Gálatas 1:23
solamente oían decir: Aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en otro tiempo asolaba.

En este caso la “fe” equivale a la Palabra de Dios, o al evangelio de Dios. Lo que Pablo predicaba era el evangelio de Dios, que lleva a creer en Cristo como Señor. Al usar la palabra “fe” en vez de “evangelio” o “palabra” el pasaje enfatiza que Pablo no predicaba tan sólo un texto memorizado, él predicaba un mensaje de fe, él creía en lo que predicaba y deseaba generar fe en aquellos a quienes le predicaba.

Gálatas 6:10
Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.

Por supuesto, como la fe no es una persona, no tiene familia. En este caso “fe” equivale a Dios. Debemos hacer bien a todos y especialmente a los de la familia de Dios. El uso de “fe” en vez de “Dios” enfatiza que los que son parte de la familia de Dios lo son por haber tenido fe en Su mensaje, por haber confesado a Cristo como Señor, creyendo que Dios le levantó de los muertos.

1 Timoteo 2:7
Para esto yo fui constituido predicador y apóstol (digo verdad en Cristo, no miento), y maestro de los gentiles en fe y verdad.

En este caso, aparte del uso de la metonimia, tenemos presente la figura endíadis, que consiste en usar dos palabras relacionadas para comunicar una sola cosa. En este caso “fe y verdad” significa “la verdadera fe.” Y se refiere a la verdad sobre la cual se debe depositar la fe, o sea, la verdad de la Palabra de Dios o del mensaje de Dios. La gente basa sus convicciones en diversas doctrinas, pero muchas de ellas son falsas o erróneas, Pablo fue constituido predicador y apóstol y maestro de los gentiles en la doctrina verdadera, que proviene de Dios, quien no miente.

1 Timoteo 5:8
porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.

En este caso se nos dice que quien no cuida adecuadamente de su propia familia ha negado la fe, o sea, está dejando de lado la enseñanza de la Palabra de Dios. Se usa la palabra “fe” para enfatizar que quien se comporta de este modo no está manifestando un andar de fe basado en la voluntad de Dios.

Hechos 17:24-31
(24) El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas,
(25) ni es honrado [gr. therapeuo: ser atendido] por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas.
(26) Y de una sangre [sangre no está en el texto, literalmente “de uno…”] ha hecho todo el linaje de los hombres [el texto dice “toda nación de la humanidad”], para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación;
(27) para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando [o “sintiendo”], puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros.
(28) Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos.
(29) Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra,  escultura de arte y de imaginación de hombres.
(30) Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan;
(31) por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó,  dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.

Este último versículo debe entenderse a la luz de la figura metonimia. Dios no le dio fe a todos, ya que cada uno es responsable de decidir qué creer y cómo actuar. Lo que Dios dio es un testimonio por medio del cual todos pueden tener fe, o sea, por haber resucitado a Jesús de entre los muertos, nadie tiene excusa para no creer en el poder y amor de Dios, y es por eso que Dios juzgará a quien no haya creído en Él y en el testimonio que dejó a través de Jesucristo.

Judas 1:3-4,
(3) Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.
(4) Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano,  y a nuestro Señor Jesucristo.

Aquí, claramente se entiende que la “fe” por es la doctrina correcta de Dios. Ciertos hombres, de dentro mismo de la congregación, estaban trastornando esta doctrina y con la excusa de que todo estaba perdonado por la gracia de Dios, enseñaban a vivir libertinamente. Por eso Judas exhorta a los cristianos que andaban conforme a la verdad de Dios a que luchen ardientemente por la doctrina correcta de Dios, que es la que produce una “fe” verdadera y eficaz.

Judas 1:17-21
(17) Pero vosotros, amados, tened memoria de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo;
(18) los que os decían: En el postrer tiempo habrá burladores, que andarán según sus malvados deseos.
(19) Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu.
(20) Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo,
(21) conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna.

Nuevamente Judas les pide que recuerden la doctrina que recibieron y no se desvíen de ella, manteniéndose edificados en la “santísima fe”, esto es, en la doctrina correcta de Dios. En 1 Cor. 3:10 y 11 Pablo dice que él, como perito arquitecto, puso el fundamento sobre el cual sobreedificar, y este fundamento es Jesucristo. Edificar “sobre la santísima fe” es, entonces, edificar sobre la doctrina de Jesucristo, colocando nuestra convicción en Él y actuando conforme a su voluntad y la voluntad de Dios, nuestro Padre.

Romanos 12:2-8
(2) No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
(3) Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.
(4) Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función,
(5) así nosotros, siendo muchos,  somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros.
(6) De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe;
(7) o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza;
(8) el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría.

En este caso, las palabras “medida de la fe” se ven afectadas por el uso de la metonimia, significando, aquello que Dios dio en particular para creer a cada uno. Esto está relacionado con las habilidades, talentos, vocaciones o funciones que una persona puede tener.

El versículo 3, más correctamente conforme al texto debiera leerse así:

Romanos 12:3 (Mi traducción)[1]
Porque digo ahora, mediante la gracia, la que me fue-dada, que todo el que está entre ustedes no debe dirigir-los-pensamientos-en-exceso, más-allá-de lo que es-necesario dirigir-los-pensamientos, sino que debe dirigir-los-pensamientos de-modo-de llegar al punto de dirigir-los-pensamientos-de-forma-sana, cada-uno conforme a la medida de fe que ·DIOS repartió.

El pasaje nos muestra que cada uno de nosotros somos parte de un Cuerpo cuya cabeza es Cristo, como cada uno de nosotros es un miembro diferente de este Cuerpo, cada uno de nosotros tiene funciones y habilidades específicas que no pueden ser llevadas a cabo con la misma eficacia por otros miembros. Pero, a su vez, necesitamos que cada miembro haga su parte para que la obra de Dios, como conjunto, pueda llevarse a cabo con mayor eficacia y rapidez. Cada uno de nosotros recibe de parte de Dios una “medida de fe”, o sea, algo específico para creer que sólo es para nosotros, es lo que la Biblia también llama “llamamiento” o “vocación”.

Hay cosas que Dios transmitió en Su Palabra escrita que son instrucciones o mandamientos generales para todos los creyentes, pero cuando establecemos una relación con Él, Él nos dará información y revelación exclusiva para que cumplamos una función específica. En este pasaje se dan algunos ejemplos: el que es dotado para profetizar, el que es dotado para servir, el que enseña, el que exhorta, el que reparte, el que preside, el que hace misericordia. Estos son sólo algunas de las funciones o “dones” dado a los creyentes cristianos, ¡hay miles de funciones o combinaciones de funciones! Por eso se nos exhorta a no pensar desmedidamente, ni con respecto a nuestra función, ni con respecto a la de otros. No debemos menospreciar lo que Dios nos ha dado para creer, engrandeciendo la función de algún otro creyente, ni debemos engrandecer nuestra propia función y menospreciar la de otros, hacer esto sería menospreciar la sabiduría y el amor de Dios, quien dio a cada uno una “medida de fe”, una instrucción específica que cumplir que se adecua a lo que somos como personas y que nos da la capacidad de disfrutar y apasionarnos por aquello que hacemos en Su servicio.

2 Timoteo 4:7
He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.

Aquí Pablo nos dice que él “guardó la fe”. Él cuidó de la doctrina de Dios, obedeciéndola y trasmitiéndola fielmente, pero además también guardo la “medida de fe” que Dios le encomendó. Su función, lo que Dios le encomendó, fue ser predicador, apóstol y maestro de los gentiles (1 Tim. 2:7) y anunciar el Evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo a los gentiles y de aclarar a todos cuál es la administración del misterio escondido (Ef. 3:8 y 9). Esto lo cumplió fielmente, por lo que en este pasaje pudo decir verazmente: “he acabado la carrera”.

Todos nosotros tenemos una “batalla” por pelear, una “carrera” por correr, una “fe” que guardar y una “recompensa” para recibir. ¡Ojalá podamos, al igual que Pablo, llegar al final de nuestras vidas (si Cristo no nos arrebata antes) y decir “he peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.”!

Gálatas 3:22-23
(22) Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes.
(23) Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada.

En el versículo 23 se dice que “antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley”. Esto no significa que en tiempos antiguos no había “fe”, de hecho, versículos previos vienen hablando acerca de la fe de Abraham. En este caso, el modo de suplir esta figura está determinado por el contexto. Si leemos todo el capítulo veremos que el apóstol Pablo viene hablando de la salvación y la justificación, mostrando que no era posible alcanzarlas por medio de la ley de Dios, así que Dios, por medio de Cristo, proveyó de una salvación que es por fe. De este modo, aquí podemos interpretar este pasaje del siguiente modo: “Pero antes que viniese la salvación por medio de la fe, estábamos confinados bajo la ley”. En el siguiente capítulo trataremos en detalle este tema de la salvación y justificación por fe.

Resumiendo este capítulo recordemos que:

La palabra “fe”, por medio de la figura metonimia puede referirse a “aquello que es objeto de fe” o a algo que está muy relacionado con la fe. Al leer la Biblia debemos tener en cuenta esta figura para no malinterpretar el sentido de algunos pasajes.




[1] He desarrollado más ampliamente este pasaje y su contexto en mis estudios “La renovación de la mente” y “El Cuerpo de Cristo”.










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