Una carne: una unión permanente

En Honor a Su verdad
Volvamos a repasar los cinco puntos básicos que estamos analizando en este estudio:

1 – Dios trajo al hombre una mujer para que sea su “ayuda idónea”,  no le trajo algún animal, ni le formó otro hombre.
2 – Dios dio al hombre UNA mujer, sólo una, por lo que la idea original de Dios era que UN hombre esté unido a UNA mujer.
3 – Dios le dio al hombre una mujer para que fuera una “ayuda idónea”, no para una simple satisfacción sexual.
4 – Dios sacó a la mujer partiendo de una parte del hombre mismo y la dio al hombre para que ambos sean UNA carne. La idea de Dios era que formaran una unión permanente y no una ocasional.
5 – Dios desea que el amor entre marido y mujer sea de tal grado como el de Cristo por la iglesia, por lo que es necesario conocer el amor de Cristo e intentar imitarlo para poder tener una relación conforme a la voluntad de Dios.

Ahora analizaremos el punto 4:

Dios sacó a la mujer partiendo de una parte del hombre mismo y la dio al hombre para que ambos sean UNA carne. La idea de Dios era que formaran una unión permanente y no una ocasional.

Ya desde el principio mismo de la creación se ve la intención de Dios de que el hombre y la mujer tuvieran una unión permanente.

Génesis 2:23-24

(23) Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona,  porque del varón fue tomada.
(24) Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.

Aquí la Biblia nos dice que el hombre y la mujer fueron tomados de una misma carne y deben unirse para ser una sola carne. Pero, en el sentido práctico, ¿qué es ser “una sola carne”? Aquí mismo tenemos un punto clave: el versículo nos dice “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer…”, pero necesitamos entender algunas costumbres para comprender mejor este pasaje.

En tiempos antiguos, las personas no acostumbraban a dejar a sus familias para ir a vivir a una casa separada de la de sus padres, por lo general, la mujer dejaba a su familia y se iba a vivir con su marido, por eso se acostumbraba que el marido pague al padre de la novia una “dote” antes de desposarla. La dote era un pago hecho a la familia de la novia como compensación por lo que la mujer dejaría de producir para su propia familia, porque la mujer se iría con otra familia: la del marido. Ahora bien ¿no dice este versículo que es el hombre quien “dejará” a su padre y madre para unirse a su mujer? ¿Por qué se acostumbraba lo contrario?

La clave la tenemos en la palabra “dejar”. La palabra que se traduce “dejará” en el versículo 24 es la palabra hebrea ‘azab, que tiene una variedad de acepciones. Su sentido primordial es “aflojar”, y de ahí significa “liberar”, “soltar”, “dejar”, “separar”, “desamparar”. En Génesis 39:6, por ejemplo, se dice que Potifar “dejó [‘azab] todo lo que tenía en manos de José”, al leer el relato, vemos que lo que hizo fue dejar sus bienes al cuidado de José. Potifar no regaló sus bienes a José, sino que dejó todo en manos de José, para que José cuidara esos bienes y se encargara de administrarlos. Haciendo un estudio de esta palabra hebrea, ‘azab, veremos que en términos generales tiene el sentido de “dejar” de lado cierta responsabilidad o el cuidado de algo.

En el versículo 24, cuando la Biblia nos dice: “…dejará el hombre a su padre y a su madre…”, no está hablando de dejarlos en un sentido físico, ya que, como expliqué, el hombre solía quedarse en el mismo territorio con su familia y era la mujer quien dejaba a su familia. El sentido del pasaje está en dejar la responsabilidad o cuidados que se tienen con respecto a los padres. Esto tampoco quiere decir que uno tenga que olvidarse totalmente de las necesidades de sus padres, sino que debe ponerlas en segundo plano con respecto a las necesidades de su mujer.

Otra palabra interesante a analizar es la palabra que se traduce “unirá”, que es en hebreo dabaq. Esta palabra significa “adherirse”, “asirse”, “pegarse”, denota una unión muy cercana o estrecha y continua.

Por ejemplo, en Números 36:7 se les dice a los israelitas que cada uno de ellos debían mantenerse “ligado” (dabaq) a la heredad de sus padres y no pasar el territorio a otros. Aquí vemos una unión con permanencia en el tiempo. El Deuteronomio 10:20; 11:22; 13:4 y en Josué 23:8, se habla de guardar los mandamientos de Dios y “seguir” (dabaq) a Dios, lo que nos indica que la unión a Dios debía ser estrecha y continua. En Rut 1:14 leemos que Rut se “quedó” (dabaq) con su suegra. En Samuel 20:2 tenemos un uso interesante:

2 Samuel 20:2

Así todos los hombres de Israel abandonaron a David, siguiendo a Seba hijo de Bicri; mas los de Judá siguieron a su rey desde el Jordán hasta Jerusalén.

Aquí hay dos palabras que se traducen “seguir”, pero en hebreo son dos palabras diferentes. Donde dice “siguiendo” a Seba, la palabra hebrea no es dabaq, sino ‘achar, que significa “ir detrás”, “seguir”. Donde dice que los de Judá “siguieron” a su rey, ahí sí se usa la palabra dabaq. Aquí se está señalando que aquellos que fueron tras Seba, sencillamente lo estaban “siguiendo”, quizá con intereses personales, pero los que se quedaron con David, no sólo lo seguían, sino que estaban unidos a David, no era sólo una cuestión de interés personal, sino que era una unión de corazón.

Entonces, podemos ir comprendiendo que cuando la Biblia nos habla de que el hombre “se unirá” a su mujer, no se trata de una simple unión física, no es tan sólo vivir en una misma casa o compartir cosas en común, se trata de tener una unión de corazón, de propósito, una verdadera unidad. Si no existe una verdadera unión de corazón entre un hombre y su mujer, no estarán funcionando conforme al diseño de Dios y no serán “una carne”.

La expresión utilizada en el versículo 24 también fue usada por Jesús cuando le preguntaron sobre el divorcio:

Marcos 10:1-12

(1) Levantándose de allí, vino a la región de Judea y al otro lado del Jordán; y volvió el pueblo a juntarse a él,  y de nuevo les enseñaba como solía.
(2) Y se acercaron los fariseos y le preguntaron, para tentarle, si era lícito al marido repudiar a su mujer.
(3) El,  respondiendo, les dijo: ¿Qué os mandó Moisés?
(4) Ellos dijeron: Moisés permitió dar carta de divorcio, y repudiarla.
(5) Y respondiendo Jesús, les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento;
(6) pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios.
(7) Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer,
(8) y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno.
(9) Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.
(10) En casa volvieron los discípulos a preguntarle de lo mismo,
(11) y les dijo: Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra ella;
(12) y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio.

Mateo 19:1-9

(1) Aconteció que cuando Jesús terminó estas palabras, se alejó de Galilea, y fue a las regiones de Judea al otro lado del Jordán.
(2) Y le siguieron grandes multitudes, y los sanó allí.
(3) Entonces vinieron a él los fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?
(4) El,  respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo,
(5) y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne?
(6) Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.
(7) Le dijeron: ¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla?
(8) El les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así.
(9) Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra,  adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera.

En estos pasajes vemos que Jesús explica que Moisés permitió dar carta de divorcio debido a la dureza del corazón del hombre, pero que esto no fue así en el principio. El propósito de Dios nunca fue que el hombre y la mujer se divorciaran, pero la dureza del corazón del ser humano hace que muchas veces no sea posible tener una unión permanente.

Algunas iglesias, religiones o denominaciones enseñan que el divorcio sólo es justificable en el caso de que uno de los dos haya sido infiel a la pareja y llegan al punto de excluir de sus congregaciones a un hombre o mujer que se divorcia por alguna causa “menor” que ésta. Sin embargo, si una mujer se casa con un hombre que luego comienza a golpearla, o maltratarla, o que se emborracha y se droga y que no aporta a la manutención de la familia, no es lógico pensar que Dios vaya a querer que se mantenga en ese estado. Pero Dios también puede permitir divorcios por causas no tan graves, como iremos viendo.

Para entender un poco mejor el mensaje de Jesús debemos comprender el contexto cultural de la época. En Deuteronomio Dios dio instrucciones con respecto al divorcio:

Deuteronomio 24:1
Cuando alguno tomare mujer y se casare con ella, si no le agradare por haber hallado en ella alguna cosa indecente, le escribirá carta de divorcio, y se la entregará en su mano, y la despedirá de su casa.

En primer lugar hay que notar que quien podía emitir una carta de divorcio era el hombre y no la mujer. Esto se debe a que en la cultura antigua, la mujer no tenía los derechos que hoy tenía. Debemos entender que las leyes que Dios dio eran para mantener una sociedad lo más sana y tranquila posible, pero como el hombre era un ser caído y en ese momento no tenía la posibilidad de tener espíritu de Dios dentro para instruirle, las leyes de Dios no eran las ideales, pero eran lo mejor que Dios podía instruir para la situación. Hoy en día, la Biblia nos dice, en Gálatas 3:28 que “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”, debido a que Dios no cambia, Su intención fue siempre la misma, Dios jamás quiso hacer diferencia entre hombre y mujer y entre un pueblo y otro, pero por la naturaleza humana caída, Dios tuvo que ajustar sus leyes a las condiciones existentes, tuvo que hacer leyes imperfectas para seres humanos imperfectos. Entre estas leyes estaba la del divorcio, que sólo permitía al hombre, y no a la mujer, emitir una “carta de divorcio”.

En este versículo de Deuteronomio podemos ver que esta carta de divorcio podía ser emitida por alguna cosa “indecente”, pero no se especifica qué cosas son “indecentes”, esto es porque el divorcio se podía producir por diversas causas, que son muy personales. Sin embargo, para la época de Jesús, los fariseos, encargados de enseñar y administrar la ley de Dios a las personas, permitían emitir carta de divorcio por cualquier cosa. Es como si hoy yo me divorciara de mi mujer porque llegué a casa y no lavó los platos, o porque no sabe cocinar mi comida favorita. Con este “permiso” abierto de divorcio, los hombres podían constantemente cambiar de mujer de un modo espiritualmente “legal”, según los fariseos.

Esto puede verse en el contexto de Lucas 16. En los versículos 1 al 8 Jesús refiere una parábola sobre un mayordomo que había disipado los bienes de su amo y, por lo tanto, le sería quitada su mayordomía. Con esta parábola, Jesús se estaba refiriendo a los fariseos, quienes hasta ese momento estaban encargados de administrar la ley de Dios, pero lo estaban haciendo erróneamente y estaban desviando al pueblo de Dios, por lo que Jesús les predice en forma de parábola que esa “mayordomía” o administración les sería quitada. Los fariseos habían utilizado la ley de Dios para hacer dinero, por eso Jesús les dice, en el versículo 13, que no podían servir a Dios y a las riquezas. Ellos estaban sirviendo a las riquezas y no a Dios, esto lo vemos en el versículo 14, que dice que los fariseos eran avaros y, por tanto, se burlaban de él, querían descalificar su enseñanza. En este contexto Jesús les dice, en el 18, que todo el que repudia a su mujer y se casa con otra adultera ¿cuál es la relación con el contexto? Jesús aquí estaba tomando una de las tantas leyes que los fariseos habían adulterado para ganar dinero. Los fariseos permitían el divorcio por cualquier causa, esto es porque los trámites de divorcios les daban ganancias, entonces Jesús les está diciendo “por hacerles caso a ustedes, aquellos que se divorcian y se vuelven a casar están cometiendo adulterio”. Jesús estaba diciendo que por culpa de los fariseos, muchas personas se divorciaban contra la voluntad de Dios y estaban cometiendo adulterio al volver a casarse, sin embargo, Él no estaba diciendo que TODO divorcio era incorrecto, ni que TODO el que se volvía a casar estaba adulterando, es necesario entender el pasaje a la luz del contexto.

Entonces, cuando Jesús dice, en Mateo 19:9 que el divorcio era justificable sólo en caso de fornicación (relación sexual ilícita), está utilizando una exageración para demostrar que el divorcio no era algo para tomar livianamente.

De hecho, “fornicación” aquí, no es lo mismo que “adulterio”. “Fornicación” es cualquier tipo de relación sexual que sea contraria a las leyes de Dios, “adulterio” es tener relaciones sexuales con una persona que no sea el marido. El adulterio no podía ser una razón de divorcio, porque si una mujer casada tenía relaciones sexuales con otra persona que no fuera su marido y era descubierta, debía ser ejecutada, el adulterio tenía pena de muerte, y si se mata a la persona ¡no hay posibilidad de divorcio!

Pero se consideraba “fornicación” y motivo de divorcio si la mujer había tenido relaciones sexuales con otra persona antes de casarse con su marido y no lo había comunicado. Si el marido veía que su esposa no era virgen podía acusarla de “fornicación” y pedir divorcio. Esto era un caso bastante serio y podía considerarse razón para divorcio, aunque no necesariamente uno deba divorciarse de alguien que ya tuvo relaciones sexuales y no es ésta la única razón por la que Dios puede permitir un divorcio. Como dije, este es un ejemplo dado por Jesús para enfatizar el hecho de que las personas no deben andar divorciándose así porque sí, por cualquier causa.

Entonces ¿cuándo puede ser justificable un divorcio? Como dijimos, esto es una cuestión del corazón. Hay parejas en las que uno de ellos ha cometido adulterio y fue perdonado por el otro, y crecieron en su unión matrimonial y llegaron a tener un matrimonio sano y perfectamente unido. Por otro lado, hay otras parejas que, sin tener problemas realmente graves, se van desgastando en su relación hasta que uno de ellos ya no desea recomponer la situación y el divorcio es la única solución al problema. Si alguno de la pareja se vuelve peligroso o dañino para el otro, o para los hijos, también es requerido un divorcio, para no llegar a un punto crítico. Hay parejas que quizá nunca estuvieron “unidas” por Dios, y tienen una unión superficial que no es la voluntad de Dios, en ese caso, seguir juntos es más pecaminoso que separarse. Pero cada situación es particular, la Biblia no describe cada escenario posible de la vida humana, sino que nos intenta comunicar cuál es el corazón, la intención y deseo de Dios, y que nos lleva a desarrollar una comunión con Dios para que Él pueda indicarnos qué hacer en cada situación. Sin esa comunión con Dios y Su instrucción, aún el casamiento puede ser pecado.

1 Corintios 7:1-5
(1) En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno le sería al hombre no tocar mujer;
(2) pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido.
(3) El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido.
(4) La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer.
(5) No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia.

Parte de la unión entre un marido y una mujer es que el cuerpo del marido debe estar a disposición de la mujer y el de la mujer a disposición del marido. Esto significa que uno no debe buscar egoístamente su propio bienestar, sino el de la pareja, tanto en lo físico como en lo mental y emocional.

1 Corintios 7:10-11
(10) Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido;
(11) y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer.

Hay dos palabras que en el griego se traducen como “no”, una de ellas es ou, que es un “no” enfático y absoluto, y la otra palabra es me, que es un no condicional y de menor fuerza. Aquí, cuando Pablo dice “mando, no yo”, el “no” es ou, en otras palabras, Pablo dice, aunque esto lo digo yo, de ningún modo parte de mí, sino del Señor. Por otro lado, cuando dice que la mujer “no” se separe del marido, y donde leemos que el marido “no” abandone a su mujer, ambas palabras para “no” son en griego me, quiere decir que ese “no” no es absoluto, sino que, bajo ciertas condiciones, la separación es necesaria, pero en términos generales, no se deben separar.

Otro punto a tener en cuenta es que las palabras “se separe”, del versículo 10 y “se separa” del versículo 11; y la palabra “reconcíliese” del versículo 11, están en modo pasivo. El modo pasivo, en el griego, indican una acción que no realiza el sujeto, sino que es realizada sobre el sujeto. En este caso, estas palabras deberían traducirse como “sea separada”, “fuere separada” y “sea reconciliada”.

Lo tercero a considerar aquí es que, donde dice: “con su marido”, el griego no tiene las palabras “con su”, sino que deben agregarse como deducción de lo expresado en el pasaje, sin embargo, ya que la palabra “reconcíliese” está en modo pasivo y debe entenderse como “sea reconciliada”, aquí, en vez de “con”, podría entenderse como “por”, o sea “sea reconciliada por su marido”. Conforme al griego, ambas opciones son posibles, pero creo que la segunda opción es la correcta aquí debido al contexto, que ahora explicaremos.

Entonces estos versículos pueden leerse así:

1 Corintios 7:10-11 (Mi traducción)
(10) Pero a los que se han casado mando, NO yo, sino el Señor, que la mujer no sea separada por su marido,
(11) pero si también fuere separada, permanezca soltera o sea-reconciliada por el marido y que el marido no deje a su mujer.

Como hemos visto, las leyes Mosáicas no permitían a la mujer dar carta de divorcio, sino que era el hombre quien decidía. En la cultura de la época la mujer no tenía mucho poder de decisión sobre la separación, ellas eran tratadas como inferiores, con menos derechos y privilegios que el hombre. Hoy en día las estas instrucciones matrimoniales pueden aplicarse tanto a hombres como a mujeres, porque ambos tienen igualdad de derechos, pero en el contexto cultural de la época, esta instrucción aquí no es para las mujeres, sino para los hombres.

Por un lado dice “la mujer no sea separada” ¿quién la iba a separar? El marido, porque él tenía la capacidad de dar la carta de divorcio. Por otro lado, el 11 dice que si la mujer fuere separada por su marido, que permanezca soltera, o sea, que no se vuelva a casar, o que sea reconciliada por su marido. En este caso, Pablo dice que si el hombre ya se ha separado de su mujer, que intente reconciliarla consigo, en otras palabras, reconquistarla.

Luego leemos “que el hombre no deje a su mujer”. Aquí “deje” es una palabra distinta a la traducida como “separar”. La palabra griega para “separar” es en griego chorizo, y en este contexto da la idea de una separación física, por otro lado, la palabra “dejar” es la palabra griega aphiemi y nos está señalando otro tipo de separación, una separación en la mente. Pablo está hablando no sólo de no separarse físicamente, sino también de no separarse mentalmente. Muchas parejas permanecen durante años juntos, en una misma casa, criando sus hijos y viviendo como matrimonio, pero en sus corazones se han separado hace tiempo, esto no es lo que Dios quiere para los cristianos, esto no es ser “una sola carne”.

1 Corintios 7:12-13
(12) Y a los demás yo digo, no el Señor: Si algún hermano tiene mujer que no sea creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone.
(13) Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone.

Pablo aquí dice que esto no es mandamiento del Señor. Sin embargo, debido a que Pablo escribió siendo inspirado por el Señor, sabemos que lo que Pablo dice aquí es la voluntad de Dios, aunque es más bien una instrucción que un mandamiento.

“Consentir” es “sentir junto con”, aquí significa que la persona no sólo está de acuerdo en vivir junto con su pareja, sino que tiene el deseo de corazón de hacerlo. Por otro lado, “abandone” es la palabra aphiemi, que ya mencioné que trata de una separación más bien en la mente y corazón y no física. Como dijimos, la mujer no tenía mucho poder de decisión como para divorciar a su marido, pero sí podía “abandonarlo” en sus sentimientos y en su atención para con él.

Este versículo habla de una unión entre una persona creyente y una persona incrédula. Noten que comienza diciendo “a los demás”. ¿Quiénes son los “demás”? En el versículo 10 Pablo habla de un mandamiento del Señor para “los que se han casado”, así que “los demás” son los que no se han casado. Sin embargo cuando leemos, vemos que se está hablando de un hombre y una mujer unidos como pareja. Yo creo que este versículo debe comprenderse a la luz del concepto bíblico del matrimonio. En el principio de este estudio habíamos visto que un matrimonio, desde la óptica bíblica, es un compromiso de unión permanente que un hombre y una mujer hacen delante de Dios. Sin embargo, si una de las personas no cree en Dios ¿cómo hará el compromiso delante de Dios? Por lo tanto, si uno de la pareja no es creyente, la unión de ambos no puede considerarse bíblicamente como “matrimonio”, aún si están unidos conforme la ley de su país. Sin embargo, Pablo dice que aún en ese caso, la pareja no debe separarse.

Lo que muchas veces sucede es que cuando en una pareja ambos son incrédulos y uno de ellos conoce a Cristo y lo acepta como Señor, el cambio suele presentar oposición de parte de la otra persona que no cree en Cristo. Además, el cristiano querrá “convertir” a Cristo a su pareja, y quizá esta rechace su predicación. Ante este caso, muchos cristianos comienzan a considerar que sus parejas no son suficientemente “buenas” para ellos y que quizá debieran buscar formar un matrimonio con otro cristiano. Pero Pablo instruye aquí que si el incrédulo aún tiene el deseo de corazón de estar unido al que es creyente, el que es creyente no debe “abandonarlo”, no sólo en un aspecto físico, sino en un aspecto mental, emocional y sentimental. Si el cónyuge del creyente es incrédulo, el que es cristiano no debería por eso comenzar a pensar mal de su pareja y alejarse sentimentalmente de ésta.

1 Corintios 7:14
Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos.

Aquí hay varias palabras mal traducidas. Más ajustado al texto griego podríamos traducir este versículo así:

1 Corintios 7:14 (Mi traducción)
Porque el hombre incrédulo ha sido santificado en la mujer creyente y la mujer incrédula ha sido santificada en el hermano, porque de no ser así, sus hijos son impuros, pero ahora son santos.

“Santificado” significa “puesto aparte por Dios”. Cuando uno de los cónyuges ha aceptado a Cristo como Señor, el otro es santificado, puesto aparte por Dios. Esto no significa que el hombre incrédulo será salvo a causa de la mujer creyente y viceversa, porque la salvación es una elección personal, pero cuando uno en la pareja es creyente, Dios pasa a tener un cuidado y protección especial por su pareja, que no podría tener si ambos fuesen incrédulos. Del mismo modo, también los hijos son cuidados por Dios cuando uno de ellos es cristiano.

Un claro ejemplo de cómo Dios cuidó a las esposas de hombres creyentes lo tenemos en Génesis, capítulos 6 al 9, en el relato sobre el Diluvio en la Tierra y la salvación que Dios trajo a Noé y su familia. En Génesis 6:5 leemos que la maldad de los hombres (los seres humanos) era mucha sobre la Tierra y que todo designio en el pensamiento de ellos era de continuo solamente el mal. En el versículo 8 y 9 leemos que Noé halló gracia para con Dios porque él era un varón justo y perfecto en sus generaciones (refiriéndose a que sus antecesores todos habían sido creyentes y habían caminado con Dios). Luego, en el versículo 11 leemos que Dios dice a Noé que lo salvaría a él, a su mujer, a sus hijos y a las mujeres de sus hijos. La Biblia no nos dice que la mujer de Noé haya sido creyente, ni que haya caminado con Dios, ni tampoco nos dice que las mujeres de los hijos de Noé, o sus familias, hayan sido creyentes o hayan establecido una relación con Dios. Sin embargo, Dios salvó no sólo a Noé y sus hijos, sino a la esposa de Noé y a las esposas de sus hijos. Por supuesto, de no haberse salvado ninguna mujer no habría habido posibilidad de procreación, pero Dios podría haber salvado a otras mujeres y no a éstas. Sin embargo, estas mujeres fueron consideradas por Dios como “una carne” con sus maridos, y fueron salvadas junto con ellos. Este ejemplo nos demuestra cómo Dios establece un cuidado especial por aquellos incrédulos cuyas parejas son creyentes.

1 Corintios 7:15
(15) Pero si el incrédulo se separa, sepárese; pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a paz nos llamó Dios.
(16) Porque ¿qué sabes tú, oh mujer, si quizá harás salvo a tu marido? ¿O qué sabes tú, oh marido, si quizá harás salva a tu mujer?

Nuevamente, la traducción de la Reina Valera 1960 tiene problemas con la traducción de los verbos:

1 Corintios 7:15-16
(15) Pero si el incrédulo es separado, que sea separado, NO es esclavizado el hermano o la hermana en tales casos, sino que fueron-llamados por DIOS para estar en paz.
(16) Porque ¿Cómo sabes, mujer si salvarás a tu marido? O ¿Cómo sabes, hombre, si salvarás a tu mujer?

Lo que nos comunican estos versículos es que si el incrédulo, debido a su incredulidad, cierra su corazón a su pareja, el cristiano no está esclavizado a quedarse con éste, Dios le da la libertad de separarse, porque quiere que el creyente viva en paz. Muchos cristianos a veces soportan muchas cosas de parte de sus parejas incrédulas, con el afán de querer hacerlos salvos, pero esta “resistencia” muchas veces va más allá de los límites de lo sano y luego de muchos años de aflicción el incrédulo jamás acepta a Cristo, por eso en los versículos 15 y 16 Pablo dice, en palabras de hoy en día: “No pueden estar seguros de si el incrédulo algún día va a creer, y si la pareja se torna difícil y no tienen paz en la relación, mejor sepárense, Dios no los está esclavizando a vivir toda la vida en una relación que no funciona bien”.

Lo que estamos viendo es que una pareja debe vivir en paz y ayudarse mutuamente, esto no significa que no existan crisis, discusiones y dificultades para la pareja, pero si la relación se vuelve insostenible, porque uno de ellos ha alejado su corazón del otro y ya no quiere recomponer la unión, el otro no está sujeto por Dios para seguir sufriendo en una pareja que genera más aflicción que bendición. Las crisis en la pareja hay que afrontarlas, y es nuestra responsabilidad hacer todo lo posible para mantener el matrimonio unido, pero si luego de esforzarnos por mantener unida la pareja llegamos a darnos cuenta de que el otro tiene su corazón lejos y no quiere recomponer la situación, la separación puede ser la mejor opción. De todos modos, estas son instrucciones generales, pero cada caso es muy particular y es necesario tener una relación con Dios, para que Él nos indique qué hacer en cada situación.

Debido a que vivimos en un mundo imperfecto, con seres humanos imperfectos que tienen dentro suyo una naturaleza caída que los incita a pecar, no es posible vivir una vida como idealmente la planeó Dios, pero Dios es misericordioso y compasivo, y aún si pecamos en temas relacionados con lo sexual, Él nos provee de la salida para cada situación. Idealmente, Dios no desea que las personas tengan sexo “casual” y que las parejas se separen, ni tampoco es Su voluntad que estén viviendo bajo un mismo techo dos personas que ya no se aman. Vean lo que dice en Malaquías:

Malaquías 2:14-16
(14) Mas diréis: ¿Por qué? Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal,  siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto.
(15) ¿No hizo él uno, habiendo en él abundancia de espíritu?  ¿Y por qué uno?  Porque buscaba una descendencia para Dios. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud.
(16) Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio, y al que cubre de iniquidad su vestido, dijo Jehová de los ejércitos. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales.

En el 15 tenemos una explicación de por qué Dios hizo al hombre y la mujer para ser “un espíritu”. Dios podría haber hecho muchos hombres y mujeres con espíritus diferentes unos de otros, sin embargo, hizo originalmente al hombre y a la mujer en un solo ser, y luego los separó, formando a Eva desde una parte de Adán, para que luego ellos se unieran y fueran “uno”. El deseo de Dios es que hombre y mujer fueran “uno” para tener descendencia para Dios. No se trata tan sólo de tener hijos, sino de que esos hijos crezcan dentro de una familia unida, con principios cristianos, con valores, con un ejemplo que los lleve a crecer como hombres y mujeres de Dios. Las separaciones, ya sean física por medio del divorcio, o mentales, las cuales traen constante malhumor y discusiones, siempre dañan, de un modo u otro, a los hijos, por eso Dios pone mucho énfasis en la unión entre el un marido y su mujer, tanto en el aspecto físico como en el mental y emocional.

Algunos se van al extremo de decir que la sexualidad sólo es aprobada por Dios cuando se la utiliza con función reproductiva, pero esto no es cierto, la sexualidad forma parte de la unión integral del hombre y la mujer. Dios nos creó con la capacidad de disfrutar del sexo para sentirnos más unidos a la persona con quien nos casamos, sin embargo, el Diablo astutamente ha usado esta capacidad de disfrutar la sexualidad para tentar al hombre a tener sexo fuera del marco de un matrimonio y así ha sido muy eficaz es desintegrar muchísimas familias.

El dolor y aflicción que se generan dentro de una familia separada muchas veces es pasado por alto en nuestra moderna sociedad, y cada vez está más instalada la promiscuidad sexual en las mentes de las personas. Tener relaciones sexuales casuales, o incluso pagar por sexo ya no es tan mal visto como hace unos 100 años atrás. Muchos incluso cuentan sus actos promiscuos como si fueran “hazañas” y se enorgullecen de sus hechos. El Diablo ha generado un entorno que es de gran “ayuda” para desatar los instintos carnales. Los casamientos ya no están de moda, y los que se hacen, son hechos a la ligera,  el divorcio es un trámite cada vez más fácil de llevar a cabo, casi no existen castigos legales para la infidelidad o adulterio, ni para la prostitución, vemos mujeres desnudas o semi-desnudas en casi todos los programas televisivos, en todo horario. Incluso en la calle las mujeres salen con polleras muy cortas y remeras escotadas, los adolescentes y también parejas homosexuales se juntan en esquinas y se besan y tocan con muy poco pudor, y todo a la vista de los niños, que crecen pensando que todo eso es “normal”. Quizá no podamos cambiar el mundo, porque el mundo lo cambiará Cristo cuando establezca Su reino en la Tierra, pero, como cristianos, debemos tratar de mantenernos firmes en las leyes de Dios y tratar de obedecer a Dios tanto cuanto podamos y transmitir estos valores a otras personas. Tarde o temprano, cada uno dará cuenta de sus actos ante Dios, así que, mantenernos lo más “puros” que sea posible, si bien no está de moda y no es bien visto por el mundo actual, tendremos recompensa de parte de Dios, tanto en el presente, por la bendición de tener una familia bien formada, como en el futuro, cuando Dios entregue Sus “premios” por nuestras acciones.

Entonces, hemos visto en este capítulo que el deseo de Dios para el hombre y la mujer era que formaran una unión permanente y no ocasional, y que, si bien Él permitió el divorcio en la antigüedad y acepta la separación de una pareja en los tiempos actuales, esto no es lo que Él planeó para un matrimonio y Él no desea que una unión que Él ha formado y consolidado sea separada. Incluso si la unión de la pareja no ha sido hecha delante de Dios o si no es entre un hombre cristiano y una mujer cristiana, Dios prefiere que la pareja siga unida, a menos que uno de ellos aleje su corazón del otro y ya no haya paz en esa unión y en esa familia. Sin embargo, siempre hay que recordar que lo más importante para Dios es la comunión del cristiano con Él, y si estamos en comunión con Dios, Dios será Quien nos guíe hacia la persona adecuada para casarnos, y nos mostrará que hacer si estamos en dificultades en nuestra unión matrimonial.










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