La mujer como complemento del hombre

En Honor a Su verdad

Volvamos a repasar los cinco puntos básicos que estamos analizando en este estudio:

1 Dios trajo al hombre una mujer para que sea su “ayuda idónea”,  no le trajo algún animal, ni le formó otro hombre.
2 Dios dio al hombre UNA mujer, sólo una, por lo que la idea original de Dios era que UN hombre esté unido a UNA mujer.
3 Dios le dio al hombre una mujer para que fuera una “ayuda idónea”, no para una simple satisfacción sexual.
4 Dios sacó a la mujer partiendo de una parte del hombre mismo y la dio al hombre para que ambos sean UNA carne. La idea de Dios era que formaran una unión permanente y no una ocasional.
5 Dios desea que el amor entre marido y mujer sea de tal grado como el de Cristo por la iglesia, por lo que es necesario conocer el amor de Cristo e intentar imitarlo para poder tener una relación conforme a la voluntad de Dios.

Ahora nos concentraremos en el tercer punto: Dios dio al hombre una mujer para que fuera una “ayuda idónea”, no para una simple satisfacción sexual.

Dios diseñó al hombre y la mujer de tal modo que se complementen. Como hemos visto, Dios tomó a la mujer del hombre para que luego se unan y sean una carne. Las relaciones sexuales son parte importantísima en la unión de una mujer y un hombre, pero no constituyen el objetivo central de Dios para una pareja. En otras palabras, Dios no diseñó al hombre y la mujer sólo para que tengan relaciones sexuales, sino que diseñó las relaciones sexuales para que afiancen la unión entre un hombre y una mujer. Por eso, una relación entre un hombre y una mujer que se establece basada en la satisfacción sexual no funciona conforme al diseño de Dios y no trae verdadera plenitud a ninguno de ellos, ni tampoco genera frutos para Dios.

Los estudios psicológicos que se han hecho en hombres y mujeres revelan que a la hora de elegir una pareja el hombre es por naturaleza más “visual” y la mujer es más “auditiva”. Esto quiere decir que la parte “carnal” de un hombre buscará la satisfacción en el aspecto físico, mientras que la mujer busca el “príncipe azul” que la trate bien y sea un “galán” las 24hs del día. Tanto el hombre como la mujer tienen una parte carnal pecaminosa que si no es adecuadamente controlada los guiará a hacer elecciones que no son conforme al deseo y diseño de Dios.

Como el hombre es “visual”, en términos generales, muchos hombres suelen imaginarse a su “mujer ideal” en término de los atributos físicos, y esto también es llevado a la práctica. Una gran cantidad de hombres piensan primordialmente en el cuerpo de la mujer y sus atributos físicos y “si es posible que sea inteligente”. Luego las elecciones de parejas terminan basándose en un atractivo físico, sin tenerse en cuenta qué es lo que realmente es de valor en una mujer. A causa de este tipo de elecciones es que vemos tantas parejas infelices o separadas hoy en día. Fíjense qué características son las que Dios dice que deben ser valoradas en una mujer:

Proverbios 31:10-31(NVI)
(10) Álef -  Mujer ejemplar, ¿dónde se hallará? ¡Es más valiosa que las piedras preciosas!
(11)  Bet -  Su esposo confía plenamente en ella y no necesita de ganancias mal habidas.
(12)  Guímel -  Ella le es fuente de bien,  no de mal, todos los días de su vida.
(13)  Dálet -  Anda en busca de lana y de lino, y gustosa trabaja con sus manos.
(14)  He -  Es como los barcos mercantes, que traen de muy lejos su alimento.
(15)  Vav -  Se levanta de madrugada, da de comer a su familia y asigna tareas a sus criadas.
(16)  Zayin -  Calcula el valor de un campo y lo compra; con sus ganancias planta un viñedo.
(17)  Jet -  Decidida se ciñe la cintura y se apresta para el trabajo.
(18)  Tet -  Se complace en la prosperidad de sus negocios, y no se apaga su lámpara en la noche.
(19)  Yod -  Con una mano sostiene el huso y con la otra tuerce el hilo.
(20)  Caf -  Tiende la mano al pobre, y con ella sostiene al necesitado.
(21)  Lámed -  Si nieva,  no tiene que preocuparse de su familia, pues todos están bien abrigados.
(22)  Mem -  Las colchas las cose ella misma, y se viste de púrpura y lino fino.
(23)  Nun -  Su esposo es respetado en la comunidad; ocupa un puesto entre las autoridades del lugar.
(24)  Sámej -  Confecciona ropa de lino y la vende; provee cinturones a los comerciantes.
(25)  Ayin -  Se reviste de fuerza y dignidad, y afronta segura el porvenir.
(26)  Pe -  Cuando habla, lo hace con sabiduría; cuando instruye, lo hace con amor.
(27)  Tsade -  Está atenta a la marcha de su hogar, y el pan que come no es fruto del ocio.
(28)  Qof -  Sus hijos se levantan y la felicitan; también su esposo la alaba:
(29)  Resh -  "Muchas mujeres han realizado proezas, pero tú las superas a todas."
(30)  Shin -  Engañoso es el encanto y pasajera la belleza; la mujer que teme al Señor es digna de alabanza.
(31)  Tav -  ¡Sean reconocidos sus logros, y públicamente alabadas sus obras!

En este caso he tomado la traducción de la Nueva Versión Internacional porque su vocabulario es más actual y porque ha puesto las letras hebreas iniciales de cada versículo que muestran el acróstico que ha inspirado Dios.

Estas letras que ven al principio de los versículos son las letras iniciales de la primera palabra de cada versículo, han sido puestas allí por los traductores de la NVI para que se pueda ver el acróstico existente. Un acróstico es una figura literaria que consiste en ordenar las palabras de modo que ciertas letras de cada palabra conformen algún orden especial que demuestran un diseño detrás de lo escrito. Este recurso ha sido y es bastante utilizado por los poetas y escritores de todos los tiempos. Mediante un acróstico algunos han escrito poesías en las que las letras iniciales o finales de cada línea formaban el nombre de su amada. Es una forma muy bella y artística de escribir. Bien, Dios, en la Biblia, usó esta misma figura literaria, dando énfasis y belleza a los escrito, lamentablemente en las traducciones al español no se puede ver esta figura, a menos que se utilice un recurso como el que utilizaron aquí los traductores de la NVI.

El alefato hebreo (“alefato” es una palabra equivalente a “alfabeto” o “abecedario”) consta de 22 letras. En este pasaje en que Dios describe a la mujer “ejemplar” (o “virtuosa”), Él comienza cada línea con una letra distinta del alefato, siguiendo el orden de las letras en el alefato. Así, el hace un llamado de atención hacia esta porción de las Escrituras, mostrándonos cuán importante es buscar este tipo de mujer para formar una pareja.

Al describir a esta mujer ejemplar, se lo hace a través de actividades cotidianas para la época, muchas de estas cosas ya no suelen hacer las mujeres, pero lo que importa no son las actividades específicas, sino los conceptos que se transmiten. La mujer ejemplar tiene las siguientes características:

1) Es confiable (v11)
2) Hace el bien y se mantiene haciéndolo (v12)
3) Es trabajadora (v13; v17; v19; v22; v24; v27)
4) Provee para su casa (v14; v27)
5) Está atenta a las necesidades de su hogar y su familia (v15; v21)
6) Es prudente para administrar los bienes (v16)
7) Se alegra al prosperar, pero no deja de velar por el bien de la familia (v18)
8) Se preocupa por los necesitados (v20)
9) Es causa de elogios hacia su marido (v23)
10) Tiene una actitud optimista y perseverante (v25)
11) Es sabia para hablar (v26)
12) Es amorosa para instruir (v26)
13) Respeta a Dios (v30)

Cuando una mujer tiene estas características, ella es amada y elogiada por su esposo e hijos (v28). El corolario de este pasaje es que esta mujer supera a todas aquellas mujeres prodigiosas que han realizado “proezas” (v29). El pasaje termina diciéndonos que lo importante delante de Dios, y lo que realmente dará plenitud a un hombre en su vida, es aquella mujer que respeta a Dios y no la mujer que es atractiva o que realiza “proezas”.

Entonces, vemos que ni la belleza, ni la inteligencia (hablando desde el punto de vista humano), ni las destrezas y habilidades especiales de una mujer son las que califican para ser una mujer “ejemplar” ante Dios. Los atributos que Dios busca son: que esa mujer respete y ame a Dios y que se preocupe por hacer Su voluntad (lo cual se verá reflejado en las características enumeradas).

El Adversario, el Diablo, el Enemigo de Dios, sabe que el complemento “idóneo” para el hombre es una mujer de estas características y por eso ha tratado (con bastante éxito) de desviar la vista del hombre hacia otras cosas. Para esto, utiliza el impulso natural del hombre hacia el atractivo físico y también sus deseos de prestigio, honra y placer, para incitarlo a buscar otra cosa que no sea su “ayuda idónea”. Es así que muchos hombres buscan en las mujeres una satisfacción visual (o sea, una chica atractiva físicamente); o una satisfacción sexual (en una mujer hábil para dar placer sexual); o una satisfacción intelectual (una mujer de fama o prestigio que lo coloque a él en una posición de “ganador”). Hoy en día es muy común que los hombres busquen estas cosas por encima de aquello diseñado y señalado por Dios, y es por eso que hay tantas parejas infelices, separadas, con hombres y mujeres con varios hijos de distintas parejas y familias quebradas por la insensatez de los padres. Esto no lo digo a modo de “condenación” sobre los que han errado en su búsqueda de pareja, sino que informo sobre la consecuencia inevitable de ignorar (sea voluntaria o involuntariamente) el diseño de Dios en el hombre y la mujer.

En cuanto a la mujer, en términos generales suele verse menos tentada a buscar una satisfacción física en la pareja (aunque últimamente esto se está poniendo “de moda”). La mujer, desde chica suele soñar con el “príncipe azul” que la atienda y se comporte como galán con ella en todo tiempo. Es por eso que la mujer suele tener más afinidad a las novelas con “galanes” de protagonistas. Por esta inclinación natural de la mujer hacia el “galán” de telenovela, ellas tienen en sus prioridades no tanto el aspecto físico, sino el aspecto intelectual del hombre. Otro aspecto que las atrae en el hombre es su lado “protector”, por lo que suelen ser atraídas por el prestigio, el valor o el dinero del hombre. Pero esto también puede ser engañoso, ya que ante Dios el hombre de valor es el que le ama y le cree, y se esfuerza en hacer Su voluntad. Al igual que la mujer, el hombre también debe amar a Dios y amar a su familia y proveerle, y muchas veces un galán de TV, un héroe local o un magnate multimillonario, son personajes que no se ajustan al estándar de Dios.

Todos somos seres humanos imperfectos con una naturaleza pecaminosa en nosotros, así que no podemos buscar “perfección” en nadie, ni pretender llegar a ser perfectos nosotros mismos. Por eso la Biblia habla de “ayuda idónea” y no de “ayuda perfecta”. Además, una mujer que puede ser “ideal” para cierto hombre puede no serlo para otro distinto, y viceversa. En nuestra búsqueda por una persona con la cual llegar a ser “una sola carne”, no debemos buscar la perfección, sino confiar en la provisión de Dios y dejar que Él nos guíe hacia aquella persona que nos complementará del mejor modo. Dios nos conoce mejor que nadie y sólo Él es capaz de buscarnos y juntarnos con aquella persona que nos complementará. Dios no nos dará una pareja “perfecta”, porque desde la caída de Adán, a excepción de Jesús, no hubo nunca un ser humano perfecto, y hasta los más grandes hombres de Dios cometieron errores que fueron registrados en la Biblia, pero Dios nos proveerá de aquella persona que nos complemente del mejor modo posible para funcionar “al máximo”, conforme a Su propósito y diseño. Por eso Jesús dijo:

Mateo 19:4-6
(4) El, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo,
(5) y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne?
(6) Así que no son ya más dos, sino una sola carne;  por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.

El versículo 6 dice: “lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”. Muchas separaciones son una consecuencia de no haber dejado que sea Dios Quien dé unión a la pareja, por eso, lo primero que debiéramos hacer como cristianos es dejar que Dios nos guíe hacia la persona adecuada y consolide la unión. Por otro lado, cuando una pareja ha sido unida por Dios, el Adversario intentará separarla, porque sabe que la unión de ambos es muy benéfica para Dios. Por lo tanto, cuando una pareja ha sido unida por Dios, el hombre no debería separarla, aunque de esto hablaremos más adelante.

Entonces, vemos que en Su diseño original, Dios le dio al hombre una mujer para que fuera una “ayuda idónea”, no para una simple satisfacción sexual.

1 Juan 2:16-17
(15) No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
(16) Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.
(17) Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

En el ámbito de una pareja, el apetito sexual entraría en la categoría “deseos de la carne”; el atractivo físico estaría en la categoría “deseo de los ojos” y las capacidades y habilidades intelectuales serían parte de “la vanagloria de la vida”. El pasaje no nos dice que estas cosas en sí sean malas, de hecho, uno puede tener una esposa atractiva e inteligente por la cual siente deseo sexual y ésta ser una mujer que ama a Dios y ambos formar una muy buena pareja y no estarían oponiéndose a Dios.

El pasaje nos dice que no debemos “amar” al mundo y nos dice que estas cosas “provienen” del mundo. Dios no nos dice que nos separemos del mundo y vivamos como monjes ermitaños en una isla. El pasaje habla de no “amar” al mundo. Cuando las personas “aman” al mundo dejan que sus deseos carnales, visuales y de vanagloria los lleve a hacer cosas contrarias a la voluntad de Dios, prefieren satisfacer estos deseos a hacer la voluntad de Dios. Sin embargo, es posible satisfacer estos deseos y mantenerse haciendo la voluntad de Dios. Después de todo, fue Dios quien Dios al hombre la capacidad de sentir, de ver, de pensar, ¿cómo no proveer para estas necesidades? Lo importante es que el “deseo” no nos lleve a hacer algo opuesto al deseo de Dios.

El Adversario de Dios, el Diablo, sabe que el hombre tiene fuertes impulsos internos carnales, visuales e intelectuales e intenta estimularlos para alejarnos de la voluntad de Dios. Por eso intenta llevar a la sociedad a un estado de libertad para la inmoralidad. Dios diseñó al hombre y la mujer para tener apetito sexual, (llamado científicamente “libido”), con el fin de fortalecer la pareja, pero el Diablo intenta sobre-estimular la libido para que el hombre cometa toda clase desviaciones de la voluntad de Dios. Es así que hoy tenemos mujeres y hombres semidesnudos en programas televisivos de toda franja horaria, tenemos el Internet lleno de pornografía fácilmente accesible a toda persona (incluso niños), tenemos tapas de revistas con mujeres desnudas expuestas a la vista de todo el que pasa en los kioscos de revistas, vemos una tendencia de las mujeres a usar ropas cada vez más provocativas, vemos que muchos se desnudan en lugares públicos sin recibir castigos o advertencias, vemos una creciente aceptación de la homosexualidad, la liberalidad y promiscuidad sexual y muchas otras cosas bíblicamente inmorales. Esto se debe a que al ser humano, por naturaleza, le “gustan” estas cosas, y quisieran poder practicarlas sin restricciones ni consecuencias. Pero la Biblia dice que ese no es el diseño de Dios, y todo lo que no sigue el diseño trae consecuencias (como echarle agua al tanque de combustible de nuestro automóvil).

En una sociedad que tiende a la inmoralidad, los cristianos debemos estar firmes y orar y luchar por una sociedad más limpia y justa (aunque lo ideal no esté disponible). Si los cristianos nos “adaptamos” a las tendencias inmorales modernas, dejaremos de “salar” al mundo (Mt. 5:13) y el mundo se volverá “insípido”. ¿Y qué quedará para las siguientes generaciones? Los crecientes “estímulos” sexuales hacen que tanto hombres como mujeres vean a sus propias parejas como “deficientes”, buscando algo “mejor” afuera. Como consecuencia, muchos hijos de parejas separadas crecen emocionalmente dañados por las conductas de sus padres.

La familia es muy importante para Dios, y la inmoralidad sexual destruye a la familia, por eso es que es importantísimo aprender a tener “dominio propio” sobre los apetitos carnales que nos impulsan a hacer cosas contrarias a la voluntad de Dios y, en nuestra búsqueda de pareja, buscar aquella que cubre, lo mejor posible, los estándares de Dios, dejando que Dios nos guíe hacia la persona que necesitamos y que afiance nuestra unión.

Es precisamente para proteger a la familia y a la pareja que Dios habló sobre la vestimenta de las mujeres:

1 Timoteo 2:9-10
(9)  Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa,  con pudor y modestia;  no con peinado ostentoso,  ni oro,  ni perlas,  ni vestidos costosos,
(10)  sino con buenas obras,  como corresponde a mujeres que profesan piedad.

Dios sabe que una mujer que se viste en forma provocativa es causa de tentación para un hombre y puede conducir a la inmoralidad, por eso manda a la mujer a tener “ropa decorosa”, pero “con pudor y modestia”. A Dios no le molesta que una mujer se vista de una forma u otra, ni le molesta el tipo de peinado, ni que lleve joyas, pero si su vestimenta, peinado y ornamentos puede ser causa de tentación y caída de algún hombre, o de envidia de otra mujer, entonces hay que hacer algo al respecto.

Vean estos versículos:

1 Corintios 10:32-33
(32) No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles,  ni a la iglesia de Dios;
(33) como también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos,  para que sean salvos.

En estos versículos el apóstol Pablo habla de que no debiéramos ser de tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios, o sea, no debiéramos ser ocasión de tropiezo para nadie. Luego pone su propio ejemplo para alentar a que procuremos el beneficio de las otras personas, para que lleguen a ser salvas.

1 Corintios 8:12-13
(12) De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis.
(13) Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano.

Aquí Pablo habla en el contexto de comida, pero el principio implicado puede aplicarse a todo aspecto de la vida. Hay cosas en nuestras vidas que no son pecado por sí mismas, ni son mal vistas por Dios en un caso aislado, pero que pasan a ser incorrectas cuando sirven de tropiezo para otros cristianos. Pablo insta a pensar en los otros, especialmente los más débiles en su entendimiento espiritual, y no ser ocasión de tropiezo.

1 Juan 2:9-10
(9) El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas.
(10) El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo.

Aquí otra vez tenemos el mismo concepto: si amamos a nuestros hermanos en Cristo debemos preocuparnos por ellos y estar atentos de que nuestras conductas y actitudes no sean de tropiezo.

Romanos 14:12-13
(12) De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí.
(13) Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano.

Otra vez: el punto central es no ser de tropiezo y ocasión de caer para el hermano. Con esto en mente, podemos entender por qué Dios habla sobre la vestimenta de la mujer en 1 Timoteo, leámoslo de nuevo:

1 Timoteo 2:9-10
(9) Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos,
(10) sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad.

Lo importante para Dios, como hemos dicho, no es una vestimenta específica, sino lo que esta vestimenta provoca en otros. Muchos cristianos se han concentrado en buscar un “estándar” de vestimenta para la mujer, e incluso se han dividido por no ponerse de acuerdo. Algunas denominaciones prohíben a la mujer usar pantalones, otros tienen una medida específica para el largo de los vestidos, algunos les prohíben usar anillos, aros, relojes, etc. Pero al imponer reglas tan restrictivas dejan de lado el sentido bíblico que hay detrás: no ser de tropiezo para otros.

Hoy en día, las estrictas normas de vestimenta que se imponen en ciertas iglesias terminan siendo de mayor tropiezo que de ayuda, porque las mismas mujeres se sienten “raras”, no pueden lucir vestimentas con los colores y texturas que les gustan, las jóvenes son obligadas a usar ropas de gente mayor, y terminan por no tener deseo de ir a la iglesia, y algunas mujeres se sienten mal por las críticas que la vestimenta genera en los que no van a esa iglesia. Todas estas cosas, en muchos casos son más bien de tropiezo que de edificación. Por supuesto que una mujer vestida con una minifalda provocativa no es está vestida “con pudor y modestia”, pero tampoco hay que llegar al extremo de obligar a la mujer a vestir como momia. Lo mejor sería desarrollar un criterio sano y analizar el contexto cultural y social para así poder establecer límites razonables para la vestimenta de la mujer.

Hoy en día la ostentación está no tanto en los adornos sino en la ropa en sí. Muchas mujeres (y hombres también) gastan grandes cantidades de dinero para vestirse con ropa de una marca particular y así ser vistos como “importantes” ante otros y también para atraer la atención de personas del sexo opuesto. Por eso la mujer cristiana (el hombre también) debiera estar atenta a lo que su vestimenta, pueda generar y así evitar aquello que brinde ocasión de caer a otros.


No es la misma vestimenta la que es adecuada para salir a correr, para ir a una reunión de cristianos, para ir a una cena de trabajo, asistir a un casamiento o para conducir un programa televisivo; para cada caso la vestimenta varía, pero en todo caso habrá que hacer el intento de no poner tropiezos.

Todo esto acerca de la vestimenta está incluido en esta sección porque, precisamente, la manera de vestir de muchas mujeres de estos días (especialmente las expuestas en los medios) hacen que los hombres en general las vean como “objetos sexuales” y no como personas a las que Dios quiere salvar y tener dentro de Su familia, incluso entre los cristianos existe la tendencia a la búsqueda del atractivo físico y la satisfacción sexual. Pero si los cristianos vamos a ser la sal de la Tierra, debiéramos tener normas de conducta más aferradas a la moral de Dios, y esto incluye también nuestra forma de vestir, que quizá deberá ser menos ostentosa y provocativa que la del resto. Porque, recordemos, el diseño de Dios en el hombre y la mujer no es la simple satisfacción sexual, sino que ambos se complementen, siendo la mujer la “ayuda idónea” del hombre y el hombre el protector y proveedor de la mujer.










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